Como un inesperado proyectil que atravesara de parte a parte el canto de una carta, de un viejo naipe escondido en la bocamanga, como un disparo de aire fresco y amistades cariñosas y enamoradizas, como si el nuevo año abriera fuego contra mi baraja... así me ha llegado la comedia, de una forma violenta y seductora, purificadora y limpia, atravesándome con su afilado ingenio la agenda de teléfonos y el corazón.
Fue sin querer. Y fue, también, sin poder evitarlo. Tan pronto anotaba en un block el primer chiste se fueron sucediendo como sucede un beso que comenzó en la comisura de la boca y enseguida te encuentra desnudo en una cama. Extenuado y alegre, como quien estrenase zapatos nuevos con los que recorrer un nuevo camino.
Y la magia, resentida y celosa, frunce el ceño desde su rincón marginal de chascarrillos obsoletos y trucos manidos. Eso sí: el 11 de mayo re-llenaremos Galileo.